Hace 2.370 años, en pleno invierno, no se sabe si era noviembre y diciembre, venía al mundo en una China dividida entre estados feudales, Qin Shi Huang, el hombre que le tenía miedo a la muerte. El hombre que creó todo un ejército de valientes de terracota, jóvenes y viejos guerreros con diferentes gestos, armas y composturas con el fin de llevarse su poder a la tumba y salvaguardar para la eternidad su viaje al más allá. Qin Shi Huang fue el gran primer augusto emperador de la dinastía de los Qin. Eso quiere decir su nombre. El que lucía orgulloso al morir, pero lo cierto es que el emperador fue primero el joven Zheng. Nació príncipe. Pertenecía a la casa real de la dinastía Qin y con sólo 13 años subió al trono. Cuenta la leyenda que ya entonces empezó a pensar en su tumba, a idear el monumento funerario que hoy le recuerda en Xian extendido en una geografía subterránea de 56 kilómetros cuadrados, en la que todavía se esperan encontrar grandes palacios y hasta ríos de mercurio. Sus arqueólogos se han llevado el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales.
FUENTE CONSULTADA: http://www.premiosprincipe.com/content/view/393/204/
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